Friday, November 8, 2013

Cuba sin 3D, ¿legal?

Por Cesar Menendez Pryce


La prohibición por parte del gobierno de Cuba de las salas de proyección de cine particulares tiene una lógica nada acorde con la política permisiva mantenida por el régimen en los últimos dos años. La justificación dada por el gobierno  de que estas  salas eran ilegales y violaban los preceptos culturales de la revolución no convence a las personas que han visto cómo esa revolución ideológica castrista se trasviste en el sistema medieval en que ha deparado las transformaciones de Raúl Castro.

Si el régimen de la isla pretende organizar el tremendo desbarajuste económico, político y social de Cuba, tendrá que paralizar la mayoría de las medidas tomadas en los últimos años y comenzar de nuevo las transformaciones, dotándolas de una base jurídica clara y transparente para todos los sujetos de la sociedad.  El gobierno de los Castro debería empezar por definir el marco político, económico y cultural de la sociedad que desea construir.  Debería definir en qué consiste el socialismo del siglo XXI y de esa forma el pueblo podría saber hacia donde va y qué esperar del futuro bajo tales condiciones.

Sería importante definir qué es legal en Cuba para así entender la justicia de los Castro. ¿Es legal que un cubano gane 20 dólares al mes, es legal  que los cubanos paguen sus compras con una moneda que no ganan en sus trabajos, es legal que los cubanos no puedan elegir directamente a su presidente, es legal que legislen y se deroguen leyes sin el visto bueno del pueblo, es legal que un pasaporte cubano cueste 400 dólares, el legal que te organicen actos de repudio por tener  ideas contrarias al gobierno, es legal ir preso por pensar diferente, es legal que los altos cargos del gobierno y sus familiares concentren en sus manos la grandes empresas de Cuba y los cubanos no sepamos cuánto facturan y qué se hace con ese dinero. Es legal que no haya libertad de opinión ni prensa libre.  Es legal estar en el poder por más de 54 años?

El estado actual de las cosas tiene su origen en las maniobras del gobierno cubano destinadas a dar la impresión de hacer aperturas y cambios  para, en realidad, no hacer nada. Pero  la espontaneidad popular ha ido ocupando las parcelas abandonadas tácticamente por el régimen. En este juego de hacer sin hacer,  el pueblo ha decidido emprender acciones para satisfacer  su presente, tantas veces pospuesto por el régimen con aquello del “eterno sacrificio de hoy en aras del  futuro luminoso”. Los cubanos se han dado cuenta  de que hoy existe, fuera de Cuba, una época diferente  que han ido introduciendo dentro de la isla  en maletas, películas, ropas, libros, olores, celulares, Internet , música,  y sentimientos para hacerla suya.

Los cubanos han visto que el mundo es en tres dimensiones, es digital, y con sonido envolvente. Han descubierto que en la actualidad  se puede ver más allá del primer plano,  seguir con asombro un objeto que emerge del profundo infinito hasta invadir prácticamente nuestro espacio. Los cubanos han percibido  los sonidos  aquí y allá, revoloteando en increíbles  siluetas  y han hallado  la libertad de la imagen y el sonido, ese espacio donde todos los colores, todos los objetos y todos los ruidos cuentan.

Al parecer el gobierno abrió las verjas de la gran cárcel nacional para  que los cubanos salieran en masas  y evitar así el temido amotinamiento,  pero los cubanos decidieron  quedarse y transformar su propio país  llevando a cada rincón de la isla la anárquica voz del  desarrollo. Y es cierto que muchos salieron llenos de ansias y curiosidad, pero regresaron cargados de vida y con un proyecto transformador.  Muchos pensaron que, por primera vez en años,  tenían el derecho y la autonomía para transformar sus vidas, libres del aparato estatal.

Sin embargo, ahora el gobierno quiere decirle a los cubanos que el mundo es analógico y que el sonido es estéreo. Castro pretende reimplantar un primer plano que opaque todo lo demás y vuelve a llamar cultura a la censura,  y aupa el obscurantismo,  el gusto manipulado,  la implantación de ideas y el adoctrinamiento.

Los Castro, para estar en su hábitat, prefieren el descontento y la desazón,  el clandestinaje, la doble moral, las trincheras  contra nadie,  las barricadas contra el pueblo, necesitan del imperialismo y la CIA para así seguir por los siglos de los siglos, en el poder. 

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