Monday, November 25, 2013

Esperanzas y Peligros


Por Orlando Fondevila

Se ha entendido y dicho por muchos y de variadas maneras, que el odioso régimen castrista se apresta, confuso y trastabillante, hacia una curiosa metamorfosis que solo atañería a su piel. Es decir, limpiar algunas escamas, darle algún brillo a base de cremas vulgares a la piel (lo externo o aparente) mientras las entrañas se conservarían iguales. El “cambio” fraudulento es, sin duda, la estrategia diseñada por la tiranía, aun cuando el diseño se presente desdibujado. Lo único que tienen claro los amos de esa finca en que han convertido a Cuba, es que no están dispuestos a perder el poder y sus privilegios. Si miran hacia adentro, los gerifaltes del régimen lo hacen con temor. Se percatan de que la mentira, la represión y el control totalitario, que pudo ser eficaz hasta tiempos recientes, ya no lo es. Nada queda prácticamente de aquel fervor colectivo en que consiguieron un adormilamiento cívico generalizado y una generalizada actitud acrítica y resignada en la sociedad. Hoy contemplan, con un frio inédito recorriéndoles la columna vertebral, cómo se resquebraja a pasos agigantados su viejo poder. No el poder fáctico y brutal del que todavía pueden hacer gala, sino el poder sobre las conciencias que cada vez se tornan más indóciles. Saben que cada vez son menos quienes les creen y quienes les quieren. Y lo que más les aterra, quienes les obedecen. Algo, se dicen nerviosos, hay que hacer. Pero ¿qué?

Si miran hacia fuera, después un repaso nostálgico, que les corroe el alma, por los tiempos idos a partir de la desaparición de aquel Muro y del mundo que tras él se cobijaba, y después del bálsamo que recibirían del chavismo y sus colaterales mindundis en América Latina (ahora también en la cuerda floja) se dan cuenta de que no les queda otra que aferrarse a China, Rusia y algún otro, al tiempo que se afanan en encontrar la fórmula adecuada para que Estados Unidos les tienda la mano. Por mucho tiempo se ha especulado por analistas que Raúl Castro y algunos otros supuestos “reformistas” dentro del régimen habrían estado inclinados a implantar el llamado “modelo chino”. Sin embargo, nada indica que este sea el camino. Les deslumbra el vigor económico del gigante asiático, pero la libertad económica que supone es demasiado para su regusto por el control totalitario de la sociedad. De la vía rusa les agrada la piñata que armaron los ex –camaradas, pero hacen ascos a “tantas libertades civiles”, aun cuando la sociedad rusa continúe bajo la adusta mirada del siempre KGB Putin. No, definitivamente los viejos tiranos cubanos y su pandilla, aspiran a un “modelo castrista” con algunos retoques menores. Su gran sueño y su gran empeño es la anulación del exilio militante y, a partir de ahí, agenciarse la ayuda norteamericana. Hacen sus cuentas y arriban a la conclusión de que cierto cansancio del tema cubano y su dilución en medio de las complejidades del mundo actual obran en favor de los intereses del régimen. Hasta Obama, parece que armado de extraños vidrios de aumento, dice ver “cambios” en Cuba, y se dispone a ser “imaginativo” (¿colaborar más?) con Cuba (¿con Cuba o con la tiranía?).

Como podrá apreciarse, la tiranía juega con varias cartas, todas marcadas. Sin olvidar el palo y el cerrojo para quienes realmente se le opongan. Y, por supuesto, cuentan con fomentar “autonomistas” de nuevo cuño, mercaderes sin escrúpulos y ventajistas de toda ralea. El Estado castrista está en bancarrota, es cierto, pero cuentan con muchos recursos, mañas y cómplices. El panorama es indudablemente complicado. El futuro de Cuba se mueve entre esperanzas y peligros. Estamos justamente en el minuto en que se decide si por fin alcanzamos la libertad y reconstruimos la patria, o si por muchos años permanece la tiranía enquistada en lo esencial. Dicho de otra manera, o el pueblo se hace con la sociedad, o continúan mangoneando los mismos, aunque no usen barbas y se vistan de guayabera, y acepten repartirse el botín (la patria) con inescrupulosos mercaderes.

Hay, insistimos, esperanzas y peligros. La esperanza se funda, por encima de todo, en el coraje, la inteligencia y el patriotismo de que seamos capaces. En no desistir nunca. En tener ideas y programas claros y saber llevarlos al pueblo. En no aceptar otra cosa que no sea la libertad plena, la democracia y el Estado de Derecho.


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