Monday, November 18, 2013

LA POLÍTICA Y LOS POLÍTICOS EN EL PROGRAMA DE LA ROSA BLANCA


Por Orlando Fondevila


Un asunto medular en el ideario de La Rosa Blanca (y por ende en su Programa) es el del papel de los Partidos Políticos en la nueva República democrática que viene asomándose, y que vamos a conseguir. Debe rescatarse y revalorarse la dignidad y la importancia absoluta que tienen la Política, los políticos y los partidos políticos. En la etapa de la Primera República, cancelada radicalmente en 1959, asistimos a una permanente descalificación de la política y de los políticos, que alcanzó dimensiones exageradas y generalizadas. Semejante fallo cívico tuvo mucho que ver con la caída de la República y la toma del poder por la tiranía que hasta hoy padecemos. No es cierta la leyenda negra que ha cuajado en la conciencia popular, de que toda la política en la Primera República fuera sucia y todos los políticos unos corruptos. La República tuvo sus luces y sus sombras, pero en el balance, que es lo que importa finalmente, como nos recuerda Rafael Díaz –Balart citando a Maimónides (uno de sus autores de cabecera) fue sin duda favorable. El balance de lo conseguido en la República en medio siglo de existencia fue altamente positivo. Y ese balance positivo no hubiera sido posible con unos políticos corruptos y desleales y con una política sucia. Claro que hubo corruptelas y deslealtades, más, repito, el balance fue beneficioso. Lo que sí ha sido sucio, desleal, corrupto y devastador ha sido la anti-política, es decir, la tiranía. Y es que donde no hay políticos y política, hay tiranía, dictadura, despotismo.

La Rosa Blanca, por tanto, pondera definitivamente el valor de la política, de los políticos y, por supuesto, el de los partidos políticos para el imperio de la genuina democracia, de la libertad y del Estado de Derecho. Así queda subrayado en su Programa, y explicado con más detalle en los discursos y ensayos de Rafael Díaz- Balart. Enfatiza Rafael que “en toda democracia, las instituciones más importantes, más necesarias, y verdaderamente indispensables, requisito sine qua non del sistema, son los partidos políticos”. Apuntaba que los partidos políticos tienen tres funciones, a saber, la confección de un programa de gobierno para ser presentado al electorado; el cumplimiento de dicho programa si obtiene la victoria electoral, bien en solitario o en coalición con otros partidos, y muy importante, preparar los relevos de liderazgo dentro de cada generación y en las nuevas generaciones, con el fin de evitar los caudillismos que tan perniciosos han sido en la historia política de Latinoamérica. “Aspiramos (recoge el Programa) a que nuestra Segunda República sea una República de instituciones y no de personalismos, por eso hemos incluido en este Programa la propuesta del término presidencial de 5 años y la prohibición definitiva de reelección”.

En el cambio real de la sociedad actual que vamos a conseguir los demócratas cubanos, el primer indicador de ese cambio será la legalización de todos los partidos políticos, cada uno con sus propuestas. Los ciudadanos decidirán libre y periódicamente quienes serán sus líderes y de qué manera desean que se organice y evolucione la sociedad en la que viven.

La Cuba que vamos a reconstruir, la Segunda República que conseguiremos será infinitamente superior que la Primera República, porque tendremos en cuenta sus aciertos y errores. No será perfecta, porque la perfección no existe en las cosas humanas, pero perfectible. Y con toda seguridad barrerá con todo vestigio de la tiranía que nos ha asolado, sentando las bases para que nunca más pueda acontecer nada similar en el futuro.

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