Friday, April 18, 2014

Solidaridad



Por: Yoaxis Marcheco Suárez
A mis entrañables Lori y Luis Bernal, a los cubanos y cubanas de afuera
Tengo la seguridad de que el tiempo de los llaneros solitarios nunca existió y que solo es pura ficción y fantasía hollywoodense. Las batallas de la vida, sobre todo las empresas difíciles, son imposibles de vencer en solitario, se necesita un cordón fuerte de corazones dispuestos para alcanzar la victoria final dentro de cualquier contienda.   La historia de Cuba está saturada de ejemplos de solidaridad en los que el exilio ha tenido un papel relevante. Las luchas contra la colonia española llevadas a cabo por cubanos dentro de la isla, se sustentaron y sufragaron con el dinero, el sudor y el sacrificio de cientos de hijos de Cuba radicados en el exterior, quienes además acogieron y apoyaron a patriotas y a líderes como el mismo Martí. Ejemplo destacable es el de los tabaqueros cubanos emigrados de Tampa,  a quienes el héroe en un elocuente discurso les pidió que “lo ayudasen a conquistar la independencia de Cuba aportando hombres, armas y dinero”. “Muchos obreros cambiaron las chavetas por machetes y otros donaron centenares de miles de pesos para salvar la Patria de la opresión española y crear la República de Cuba”. Solo gracias a esos puntales se logró planificar  la guerra contra los españoles, trazar las metas e incluso crear el Partido Revolucionario Cubano.


No fue el más grande de los cubanos un mercenario por recibir el  apoyo de los hermanos en el exterior, al contrario, el empeño de Martí no se habría materializado sin la ayuda de los exiliados. Hoy también es imposible alcanzar la libertad de Cuba solo con los de adentro, necesitamos de ese pedazo valioso e importante de patria  que es la diáspora. El problema de Cuba debe ser de la incumbencia  de todos los cubanos y cubanas, dentro y fuera de la isla, y diría más, de cualquier persona honrada y digna de este mundo.

La soledad y el aislamiento a las  que los gobernantes cubanos pretenden someter al pueblo y en especial a quienes disentimos en el interior del país, se derriban con  la fraternidad de los buenos cubanos de afuera. La unión de todos nos dará las fuerzas suficientes para enfrentarnos a los dictadores; y el ahínco, la perseverancia y la pasión que pongamos en la lucha por defender el rincón bendito que Dios nos ofreció como terruño para nacer,  nos llevará al cambio trascendental y renovador que tanto necesitamos. No importa si permanecemos dentro  o si la vida nos llevó a algún lejano rincón, no podemos, ni debemos olvidar, ni sacarnos de lo más hondo de nuestras entrañas, a esta perla pequeña que nada en el mar de la Antillas.

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